Después de su muerte y resurrección, momentos antes de partir de este mundo, el Señor Jesucristo dio a sus discípulos instrucciones sobre el bautismo. “Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:18-20). Las instrucciones del Señor son mandamientos y no sugerencias, y
llevan consigo la autoridad de Él mismo. En esta lección miraremos las instrucciones de Jesús sobre el bautismo:
El Señor Jesús comienza diciéndoles que deben hacer discípulos, es decir, “que se predicase en su
nombre (el nombre de Cristo) el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones.”
(Lucas 24:47). Toda otra enseñanza debe considerarse secundaria al mensaje de la salvación.
Primero tiene que venir la conversión. Con el nuevo nacimiento empieza una nueva vida. La
Palabra de Dios contiene muchas instrucciones sobre cómo vivir esta nueva vida. Una de ellas es
el bautismo. Por lo tanto, NO se debe bautizar a una persona antes de la conversión. El bautismo
cristiano es sólo para los discípulos de Jesucristo. Los cristianos en el Nuevo Testamento
entendían esto y por eso sólo bautizaban a los que creían. “Así que los que recibieron su Palabra
fueron bautizados” (Hechos 2:41). Felipe predicó en Samaria, y “cuándo creían… se bautizaban
hombres y mujeres” (Hechos 8:12). Luego evangelizó al etíope, a quien, después de creer, también
bautizó (Hechos8:36-39). Ananías bautizó a Saulo después de convertirse (Hechos9:17,18). Pedro
mandó a bautizar al primer grupo de gentiles después de que se convirtieron en cristianos
(Hechos10:46-48). Leemos que “muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados”
(Hechos18:8). ¿Debemos bautizar a nuestros bebés o niños? Cuando un niño sea suficientemente
maduro para creer y entregarse al Señor de todo corazón, puede ser bautizado. En el Nuevo
Testamento encontramos cinco casos donde una familia completa se entregaba al Señor: Cornelio
y su casa (Hechos10:44-48 y Hechos11:12-18), Lidia y su familia (Hechos16:14,15), el carcelero
de Filipos y su casa (Hechos16:30-34), Crispo y su casa (Hechos18:8) y la familia de Estéfanas (1
Corintios1:16). Tomando los cinco casos juntos, podemos concluir que en todos los casos:
(1) Escucharon el mensaje
(2) Se arrepintieron y creyeron en Cristo
(3) Recibieron el Espíritu Santo
(4) Fueron bautizados Cada uno de los miembros de estas ‘casas’ o familias tuvo edad suficiente
para hacer estas cosas cabalmente.
Entonces, ¿qué hago con mi nuevo bebé? Notamos que María y José presentaron al niño Jesús en el templo conforme a la ley de Moisés (Lucas2:22). Muchos años después leemos de aquellos que trajeron sus niños al Señor Jesucristo para que Él pusiera sus manos encima y orase por ellos (Mateo19:13). Como iglesia local podemos pedir la bendición de Dios sobre el bebé, y sabiduría para los padres, con el fin de que puedan instruir al niño en los caminos del Señor. Cuando el niño crezca, él mismo podrá tomar una decisión responsable y voluntaria. Puedes estudiar el Apéndice
2 si te preocupa lo que sucede con un bebé que muere sin ser bautizado. En todo caso, al considerar el bautismo de un niño, o de un adolescente, es sabio esperar un tiempo prudencial, con el fin de comprobar que tiene cierto grado de madurez y que en él pueden verse algunos frutos de la nueva vida (Mateo7:17-21). Así, el paso del bautismo tendrá sentido, pues será tomado a conciencia. “No impongas con ligereza las manos a ninguno” (1 Timoteo5:22).
El Señor Jesucristo fue quien pronunció esta frase con relación al bautismo (Mateo28:19). Cuando
el creyente se bautiza se identifica con el Dios de la Biblia, el único y sabio Dios, quien se ha dado
a conocer en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es interesante que el Señor usara esta
expresión al hablar del bautismo de los gentiles (es decir, los no judíos). Muchos de estos pueblos
estaban sumidos en la idolatría, y desconocían por completo al Dios verdadero, el cual se ha
manifestado en tres personas distintas. Tres personas en un solo Dios verdadero. TRI (=tres) +
UNIDAD. De allí la palabra descriptiva TRINIDAD. En el Apéndice 5 puedes estudiar cómo la
doctrina de la Trinidad emana de las Sagradas Escrituras. Observamos, por ejemplo, que las tres
personas de la Deidad estaban actuando en el bautismo de Jesús, realizado por Juan el Bautista
(Mateo 3:15-17). Jesús (el HIJO) fue bautizado en el agua. el ESPÍRITU SANTO descendió sobre
Jesús como paloma. Y el PADRE habló desde el cielo, diciendo “Este es mi Hijo amado, en quien
tengo complacencia.” Es de notar que tanto el Padre, como el Hijo y el Espíritu Santo, están
involucrados en el proceso de nuestra salvación. Es Dios PADRE quien nos amó, tomó la
iniciativa y envió a su Hijo al mundo (Juan3:16). EL HIJO Jesucristo cargó con nuestros pecados
en la cruz (1 Pedro2:24). Y el ESPÍRITU SANTO fue el que nos convenció de nuestro pecado,
que necesitábamos a Cristo, y luego nos hizo nacer de nuevo (Juan16:7-11,13; Tito3:5). Quizás
por esta razón Jesucristo nos manda bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo (no dice: “En los nombres” sino “en el nombre”, pues es un solo Dios, manifestado en tres
personas).
Se entiende en el mandato de Cristo que todo nuevo cristiano debe ser bautizado seguidamente.
Es un paso muy normal para todo creyente. El mensaje del evangelio incluye enseñanza sobre el
bautismo, por lo tanto “los que recibieron su Palabra fueron bautizados” (Hechos2:37,38,41).
Como puedes notar, el bautismo de un nuevo creyente, según el modelo bíblico, seguía
inmediatamente a la conversión. Parece evidente que los que eran bautizados entendían lo que
estaban haciendo. Por esta razón, no es bíblico esperar largos períodos de tiempo antes que un
creyente se haga bautizar. El hecho de que el bautismo seguía inmediatamente a la conversión y
simboliza aquella conversión, se refleja en la estrecha relación que encontramos entre el bautismo
y la salvación en algunos versículos. Por ejemplo Marcos16:15,16: “Y les dijo [Jesús]: Id por todo
el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas
el que no creyere será condenado.” Nótese que el que no cree es condenado. Al creer somos salvos
(Hechos16:30,31). El nuevo creyente buscará ser bautizado tan pronto como sea posible después
de creer. Los versículos de Marcos 16 y las demás Escrituras son claras al respecto: lo normal es
que todo creyente sea bautizado.
Una pregunta personal: Tal vez tú has esperado ya por largo tiempo después de convertirte, sin bautizarte. Es quizás el momento de revisar delante del Señor ¿qué te ha impedido dar este paso de obediencia? Arréglalo con ayuda de Él, y bautízate. El bautismo es Su voluntad para ti.
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